¿Sabéis esos encuentros fortuitos en los que un libro marca un antes y un después? Pues eso mismo ha ocurrido con Una Corte de Niebla y Furia. A través de las páginas, Sarah se ha adentrado en mi interior, con una mano invisible, y me ha revuelto las entrañas a su antojo. Con esta historia, que sorprendentemente supera a su antecesora, viviremos aventuras, acción, drama, amor... y traición. 

Si el anterior libro se trataba de un retelling de La Bella y la Bestia -aunque lo veo más como una inspiración que un retelling, pero bueno-, en esta ocasión la historia tiene pinceladas del mito de Hades y Perséfone. La trama es mucho más compleja y está más elaborada que en el primer libro, que ya es decir. De nuevo, encontramos unos giros de guión impresionantes que nos dejarán con la boca abierta. El argumento va evolucionando a medida que avanzamos en la lectura: lo que parece la premisa principal cambia radicalmente de una página a otra.

En ese sentido, lo mejor es la forma en que Sarah tiene hilada la historia. No sólo con los sucesos de este libro, sino también con los de Una Corte de Rosas y Espinas. Comentarios, pequeños detalles insignificantes que pasan desapercibidos, de repente cobran una importancia asombrosa en la historia.

El desarrollo de los personajes es... simplemente exquisito. Las personalidades que se nos mostraron en el primer libro no tienen nada que ver con lo que hallamos ahora. Feyre sufre una transformación psicológica impresionante, no he podido más que identificarme con ella por su necesidad de independencia y autosuficiencia. SPOILER Tamlin me ha decepcionado. Inevitablemente, conocía la existencia de Feysand, pero la locura, el egoísmo y la obsesión controladora de Tamlin me ha hecho sentir asco, rabia y odio hacia él. /SPOILER Por último, Rhys... wow. Ya me olía desde el primer libro que iba a ser un personaje lleno de profundidad y secretos, ¿pero esto? ¿En serio? Se ha convertido en uno de mis personajes favoritos de la literatura.

Ahora, Sarah le da más peso si cabe a los personajes secundarios. Encontramos más y con personalidades más definidas y diferencias, de gran importancia para el desarrollo de la trama. Es imposible no cogerles cariño a todos. Aunque a la familia de Feyre sigo teniéndola entre ceja y ceja, no os voy a mentir.

Esta vez, la historia de amor es... complicada. Difícil. Y no puedo decir más sin hacer SPOILER Me ha parecido muy realista el desarrollo de la relación entre Feyre y Rhys. En serio, la adoro, es preciosa. Los tiempos, el juego y la tensión sexual a lo largo de todo el libro hasta que se deciden a empezar algo... Y una vez empezada la relación, el respeto, el apoyo y la manera en que se hacen mejores personas entre sí, es una completa maravilla. Nada que ver con la toxicidad que desprende Tamlin, ¡puagh!  /SPOILER

Y por último, mi parte favorita: la ambientación. Ya estaba enamorada, pero ahora me caso con ella. Conoceremos más cortes, más ciudades, más escenarios, cada uno rebosante de detalles que permiten trabajar fácilmente a la imaginación. De verdad, resulta tremendamente sencillo fantasear con la existencia de ese mundo féerico, de sus olores, sus colores, sus paisajes... Las ganas que tengo de vivir ahí incluso superan a las de pertenecer a Hogwarts, con eso os digo todo. Aunque puestas a soñar, lo ideal sería una mezcla de ambos mundos, ¿no?

En definitiva, no sé qué hacéis leyendo esta reseña en vez de esta magnífica saga. Os aseguro que os impresionará, os sorprenderá cuando menos lo esperéis, os hará reír y llorar a moco tendido. Todo un cocktail de sentimientos, vaya. Y el final... ese final que nos deja con la miel en los labios y unas ganas locas de saber qué ocurrirá. ¿Qué más necesitáis para atreveros a dar el paso?