El piso mil (Katharine Mcgee)
Cuando vi el libro por primera vez en la librería me enamoró la portada y me monté yo solita una película sobre lo que trataría el libro (en vez de leer la sinopsis, yeah). Así que por un lado me decepcionó un poquito, pero por otro me sorprendió bastante esta lectura.
Editorial: Molino | Páginas: 479 | Precio: 17,10€
Nos encontramos en Manhattan, en el año 2118. La tecnología ha avanzado notablemente y los coches, los móviles, todo lo que conocemos ha quedado obsoleto. En pleno centro de la metrópoli se ha construido una torre de mil pisos, autónoma e independiente del exterior, en la que la sociedad se divide en función de la altura del edificio. La torre cuenta con todos los recursos indispensables para el día a día, incluso con un sistema de ventilación que sustituye la funcionalidad de las ventanas. Por eso causa tanto revuelo la caída de una chica desde el piso más alto de la torre: el piso mil.
La lectura atrapa casi desde el primer momento. La forma de escribir de Katharine es ligera y nada recargada, sus palabras nos transportan con increíble facilidad al ¿distópico? mundo que ha creado. El ritmo resulta vertiginoso, ya que la continua tensión que caracteriza a la novela hace imposible dejar de leer. Además, los capítulos son cortos y suelen terminar con algún cliff hanger que alimenta la incertidumbre y las ganas de saber qué pasará a continuación.
La trama gira en torno a las diferencias de la vida en la torre según el piso en el que viven los protagonistas. No hay un argumento principal como tal; lo importante es el avance de las distintas tramas y ver cómo poco a poco empiezan a entrelazarse entre ellas hasta converger en una sola. Nos encontramos así con capítulos narrados en tercera persona que alternan las historias de Avery, Leda, Eris, Rylin y Watt.
Las personalidades están muy bien construidas y son distintivas, habiendo personajes algo más planos y otros con un desarrollo exquisito. Por ejemplo, la evolución de Avery no se puede comparar a la de Eris o Leda. El marco de desarrollo de Avery es muy pobre, mientras que el de Eris está muy elaborado y puede presumir de coherencia. Por otro lado, los personajes secundarios actúan como un decorado indispensable de los escenarios y dan vida a la torre. Pese a la escasa importancia de la mayoría y el desconocimiento de muchas historias personales, están trabajados y cuentan con personalidades propias. Sirven para recalcar las repercusiones de la interacción entre las distintas clases sociales, ayudando al lector a ahondar en la historia y empatizar con los personajes.
Lo mejor de la novela es la ambientación. Katharine describe con tanto mimo y detalle la atmósfera de los distintos lugares de la torre, que no requiere ningún esfuerzo adentrarse en la narración e imaginarlos. Taxis voladores sin conductor, lentillas conectadas a internet, tatuajes que se mueven, sustancias que conectan las mentes... son algunos de los innovadores elementos que están a la orden del día en el siglo XXII. Lógicamente, los pisos difieren entre sí. Mientras que los pisos más altos cuentan con viviendas de lujo protegidas por un escáner de retina, parques e infinidad de lujos, la base de la torre está caracterizada por la pobreza y la falta no sólo de comodidades, sino de recursos básicos. Esta ambientación es indispensable para profundizar en los personajes y conocerlos mejor.
Sin embargo, le falta esencia. En mi opinión, se queda corto para lo que promete. Algunos personajes resultan demasiado molestos y su forma de actuar es cargante e insoportable. También me han faltado explicaciones. ¿Para qué se ha creado la torre? ¿Por qué hay viviendas ocupadas en el exterior de la misma? Se desconoce mucha información sobre el fundamento que ha dado pie a esta situación -la construcción del edificio-, y si se aporta resulta muy vaga y banal.
El principal problema que he encontrado ha sido la dificultad de seguir el hilo de las historias durante las primeras páginas. En un corto periodo de tiempo se presentan varios personajes principales de forma muy precipitada, y muchísimos secundarios. Cuesta recordar quién es quién y se confunden con facilidad. Pero, a medida que se avanza en la historia, resulta sencillo dejar de sentirnos perdidos. Es cuestión de acostumbrarse.
Pese a todo, es un libro entretenido que atrapa rápidamente. El enredo de las tramas y la forma en que todos los personajes acaban relacionados resulta bastante curiosa y peculiar. El punto fuerte de la autora, y por lo que os recomiendo que vayáis ahora mismo a leer El piso mil, es su habilidad para hacernos creer desde la primera página que sabemos lo que va a ocurrir y que el argumento es predecible... ¡Pero no! En el momento más angustioso e inesperado, se produce un giro de los acontecimientos que corta la respiración. Y, aunque el final me dejó mal sabor de boca, es el final perfecto para dar pie a una segunda entrega.
Así que, ¿a qué estáis esperando para tener en vuestras manos una de las lecturas más adictivas de este género?
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