Si hay algo que caracteriza la ciudad de Melía es la creencia popular de que las estrellas pueden influir en las vidas de sus habitantes. Gala tiene 19 años y siempre ha creído que las estrellas la ayudan con la relación que tiene con su hermana y el abuelo Clemente, y a cuidar de su sobrino Tadeo. Hasta que su mejor amigo de la infancia vuelve y con él todo el dolor que le causó su despedida.   Néstor será clave para que Gala entienda la vida y las estrellas de forma distinta, pero no será el único obstáculo que encontrará. De repente, empezarán a salir a la luz secretos de su familia que harán que se tambalee todo aquello en lo que ella siempre había creído.

Empezaré la reseña comentando que el único punto negativo que veo es general y "contamina" toda la lectura: no se ha exprimido todo el potencial que tiene la historia porque apenas se profundiza en ella. Encontramos un argumento increíble que contiene elementos maravillosos como la astrología, la magia, las pinceladas sobrenaturales... Pero la forma en que estos elementos se entrelazan no forman una historia fluida. Es decir, al abarcar tantos puntos sin profundizar en ellos y casarlos un poco por los pelos, nos quedamos con la sensación de habernos perdido algo. Por otro lado, la trama es sencilla, superficial, y los misterios no son tan misteriosos como cabría esperar. Llegado a un punto te das cuenta de que has encontrado las respuestas mucho antes que Gala y la intriga desaparece paulatinamente al darte cuenta de que la historia se hace bastante predecible.

El libro está narrado por la propia Gala, pero se alterna su voz con una serie de cartas y pequeños consejos que hacen muy amena y original la lectura. Considero que la pluma de la autora tiene muchísimo potencial, aunque peca de formalidad para el contexto. Siento que no ha transmitido lo que quería transmitir, que se ha quedado en la superficie.

Por otro lado, no encontramos descripciones de nada. No sabemos la apariencia de Gala ni tenemos información de Melía más allá de la creencia en las estrellas. Es una pena porque la ambientación, que era de lo que más me llamaba, ofrecía muchísimas posibilidades y se ha quedado muy escasa. De hecho, es bastante confusa, ya que no hay una continuidad espacio temporal bien definida dentro de la linealidad de la trama, los saltos en el espacio tiempo son muy abruptos y precipitados y sacan de la historia fácilmente. En una frase nos encontramos en la redacción del periódico y a la siguiente línea estamos en una cafetería, horas más tarde. ¿Qué me he perdido?

Reconozco que he tardado lo suyo en terminar el libro porque había momentos en los que me sentía perezosa para seguir leyendo, pero le daba una oportunidad tras otra para ver si, por fin, profundizaríamos en la historia de Melía, en la importancia de los astros, en la magia del equinoccio... en fin, en todo. Pero no ha sido así, todos los temas se tocan de pasada, se quedan en la superficie y se pasa a otro tema como si nada. 

Para rematar, los personajes son bastante planos y, como no encontramos descripciones ni físicas ni psicológicas, apenas llegamos a conocerlos, así que no he podido conectar con ninguno por más que lo he intentado. Tampoco he terminado de creerme el romance entre Gala y Néstor, ya que ha sido un poco metido por obligación, como si así tuviera que ser. Pero es a lo que voy, si se profundizara más en el tema, si no se cogiera todo con pinzas y se desarrollara un poco más en vez de pasar de un tema a otro y otro y otro, ya sería otra cosa.

Pese a todo, es un argumento muy bonito y original, que se compone de distintas subtramas: un romance pasado que se quiere reavivar, misterios familiares que generan más preguntas según se obtienen respuestas, una relación tóxica, pinceladas LGTB... Es una historia que derrocha creatividad y pasión con un potencial infinito, pero lamentablemente a la que no se le ha sabido sacar el provecho que se merece.