El chico que dibujaba constelaciones (Alice Kellen)

by - 22.7.18

Hello! ¿Qué tal estáis? Hoy os traigo un libro que tenía muchas ganas de leer pero que no me atrevía a dar el paso, hasta que Tami de Secrettland me convenció para ello. Tenemos gustos parecidos y a ninguna nos gusta la típica novela romántica, por lo que si a ella le encantó, seguro que a mí no me decepcionaría. 

Título: El chico que dibujaba constelaciones | Autor: Alice Kellen | Saga: Autoconclusivo
Editorial: Autopublicado | Páginas: 245 | Precio: 11,34€

La novela nos cuenta la historia de amor de Valentina y Gabriel, una historia de amor normal y corriente, pero real. Tan real que parece de verdad, y eso es lo que la hace única y especial. Se desarrolla desde inicios de la década de los sesenta en Valencia, durante una España retrógrada, acobardada y donde el decoro y la falta de voz estaban a la orden del día.

He de decir que terminé el libro el mismo día que lo comencé y es que era incapaz de dejar de leerlo. La trama de por sí es "tranquila", no hay una tensión excesiva que te genere una necesidad enfermiza de continuar leyendo. Es esa tranquilidad la que hace que, por "voluntad propia", sin recurrir a cliffhangers ni plot twists, quieras saber cómo se desarrolla la historia. Qué más ocurre. Qué más, qué más.

La pluma de Alice Kellen me ha impresionado. Es muy sencilla, en absoluto recargada pero muy elegante. Atrapa, sin más. Por ello la lectura resulta súper ágil y fresca y, como os decía, se lee en el día. La narración es en primera persona y, personalmente, durante todo el relato tuve la sensación de estar leyendo a escondidas algo que no me correspondía. Como si hubiera encontrado un diario o unas viejas cartas polvorientas escondidas en el desván.

La historia es preciosa y nada empalagosa. Como os comentaba antes, es esa normalidad, esa falta de ?? la que hace de la relación única y singular. La historia de Valentina y Gabriel se diferencia de las demás en que es SU historia. Sólo de ellos. Con sus malas rachas, con sus mejores épocas, con su rutina, sus discusiones, sus besos en la frente y sus problemas. No es la historia más romántica del mundo, ni la más dramática o la más bella. Pero es su historia y eso la hace única. Las relaciones son un mundo y son los detalles los que las diferencia unas de otras.

He disfrutado de todos los personajes, que son muy completos y están bien construidos. La evolución de Valentina es sutil y paulatina, pero se palpa. Gabriel, por otro lado, no tiene un desarrollo tan marcado, pero es que tampoco lo necesita. Encontramos personajes secundarios, cada cual con más o menos importancia en la trama, pero no son sumamente relevantes. Lo primordial, lo valioso, es la relación de los protagonistas.

El chico que dibujaba constelaciones es un libro que hace sentir y reflexionar, al menos en mi caso. Aunque desde el inicio imaginaba el final, no he podido evitar leerlo emocionada, al borde del llanto. Es una historia que hace hincapié en los pequeños detalles y en la lucha continua para mantener vivo el amor, en la seguridad y la fortaleza que tu pareja te da siempre desde la libertad. Una relación sana, madura y sólida entre tanta toxicidad que se devora en una tarde y que deja un sabor dulce en la boca. Os va a encantar, estoy segura de ello.


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