La trama, como habéis podido comprobar, no cae en clichés. No se centra en un idílico romance paranormal, sino que la historia es profunda, cruda y lóbrega, muy estilo True Blood. Y Sandra, además de ser un amor, ha sido todo un descubrimiento. El mal no germina en el infierno es su primera novela y, para ser una autora novel, parece que llevara siglos dedicándose a la escritura. Su pluma es fresca y atrayente, cargada de ironía y sarcasmo. Ahonda mucho en los detalles y nos sumerge en cada una de sus palabras como si estuviéramos ahí mismo, viendo a Kath y Derek con nuestros propios ojos. Además, ¿sabéis cuando un autor juega con vuestras emociones y os tiene en vilo durante todo el libro? Pues Sandra es así. Me ha he hecho sentir miedo, angustia, felicidad, tristeza con muchísima facilidad.

Un detalle que me ha fascinado, y en lo que muchos autores fallan, es en el lenguaje de los personajes. Sandra plasma a la perfección la personalidad de cada uno a raíz de su forma de hablar, de expresarse, dotando de mucho realismo psicológico a la historia. Porque sí, todos los personajes están dotados de mucha profundidad y son únicos. Incluso los más secundarios tienen su personalidad bien construida, un gesto donde se puede ver el mimo y cuidado que le ha puesto Sandra a su obra. Kath me ha parecido increíble, una protagonista de diez: huraña, mordaz, autosuficiente y cabezota, con sus demonios interiores que la carcomen por dentro, pero que se hace cargo de sus errores y pone a los suyos por delante.

Y la ambientacion es tan genial... Transcurre en la actualidad, en varios lugares de EEUU. Conocemos la mansión de los Nyman (donde me gustaría mudarme porque la imagino como la casa de Embrujadas pero en mitad del bosque), la comisaria, el pisazo de Derek, la mansión del aquelarre... En definitiva, la ambientación está muy lograda y cuidada, es una pasada absoluta.

Como veis, sólo puedo hablaros maravillas de esta señora novela. Es una historia que me ha encantado de principio a fin, y eso que a mí los temas policíacos me aburren sobremanera, pero Sandra ha logrado engancharme desde la primerita página. Lo único malo que puedo decir del libro es que me hubiera gustado conocer más al aquelarre, pero supongo que en el segundo libro habrá tiempo para ello.

El mal no germina en el infierno es una maravillosa primera entrega de una saga que promete mucho. Se ha colado entre las mejores lecturas del año y muy posiblemente esta saga se convierta en una de mis favoritas. Así que es un indispensable en la biblioteca de todo amante de lo sobrenatural, palabrita.